Como grafóloga involucrada en mi trabajo, es importante para mí la búsqueda constante de mejora en todos los aspectos de mi actividad.
Uno de mis aprendizajes en constante evolución se centra en la objetividad. Es importante para mí por dos motivos:
- Soy una persona y no voy a cambiar este hecho, lo cual implica que mi manera de ser se va a proyectar en mi actividad profesional.
- Cuanto más objetiva sea en la realización de un estudio grafológico, más garantías tengo de hacer mi trabajo en las mejores condiciones.
Durante mis primeros años como grafóloga, tenía una especie de lucha interna cada vez que empezaba un estudio. Me resistía con mucha energía a tener una primera impresión de un manuscrito, empeñada en demostrarme que podía alejar de mí cualquier impacto de tipo personal.
Pero la realidad es que, con el tiempo, entendí y acepté que mi condición humana iba a acompañarme siempre, así que la gran pregunta es:
¿Cómo conseguir la tan ansiada objetividad?
A fecha de hoy, mi evolución en este tema me ha llevado a las siguientes conclusiones:
- Mejor me olvido de luchar contra imposibles.
- Los valores absolutos no existen cuando hablamos de personas.
- Tener presentes mis puntos débiles me ayuda a convertirlos en fortalezas.
Mi nivel de objetividad actual pasa por aceptar que la primera visión que tengo de un manuscrito implica una reacción directa en mis emociones, que me posiciona de manera personal. Esto es así y no va a cambiar.
Por lo tanto, en lugar de esforzarme en que la primera impresión desaparezca, me centro en dejar que llegue y la observo. Y una vez tengo clara la sensación que me produce un manuscrito, dejo de lado esa percepción y entonces sí, puedo estudiar de manera estructurada y analítica todas las características gráficas de ese escrito, para llegar a conclusiones objetivas.
La búsqueda de la objetividad me ha llevado a conocerme mejor y confío que también, a ser mejor grafóloga.